Miles de semillas y trigos centenarios alberga particular banco que resguarda parte del patrimonio vegetal del país

La preservación y estudio de estas semillas antiguas son una muestra del compromiso de Chile con su patrimonio alimentario y la protección de su biodiversidad agrícola.

El Banco de Recursos Genéticos Vegetales del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) Quilamapu en Chillán, alberga verdaderos tesoros que conforman el patrimonio alimentario del país. Con más de 7 mil variedades de trigo, 2 mil variedades de arroz y mil doscientas accesiones de porotos, este banco tiene como objetivo principal resguardar el germoplasma de interés para las futuras generaciones.

Las semillas que componen este banco son de gran importancia, ya que la mayoría de los trigos y arroces provienen del extranjero, mientras que los porotos son producto de colectas realizadas desde Arica hasta Chiloé, según indicó José Méndez, gestor técnico del banco. Además, se destacan otras muestras valiosas como 74 accesiones de frutillas silvestres y 250 de tomates recolectadas en el extremo norte del país.

Sin duda, las muestras que más llaman la atención son las antiguas variedades de trigo, algunas de las cuales tienen más de cien años. Entre ellas, se destaca la variedad de trigo Osorno, que llegó a Chile en 1914, y Florence, procedente de Francia en 1912. Otra variedad emblemática es Oregón, que cumple 150 años desde su llegada a Chile en 1873.

Desde una perspectiva histórica, la variedad más antigua del Banco de Recursos Genéticos Vegetales es la denominada "Bíblica", que fue incorporada por INIA fruto de un intercambio con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo Cimmyt, de México. Esta variedad, con más de 2 mil años de antigüedad, se caracteriza por tener muy pocos granos.

Las variedades antiguas se diferencian de las nuevas en dos aspectos principales: la altura y la cantidad de granos en las espigas. Las variedades antiguas solían superar el metro de altura, llegando incluso a medir 1,80 metros, mientras que las actuales se mantienen en torno a los 80 y 90 centímetros para evitar que las cañas se quiebren debido al peso de los granos.

La importancia de preservar estas semillas antiguas radica en su potencial para enfrentar problemas futuros en la agricultura. El Banco de Recursos Genéticos Vegetales es un reservorio de diversidad de germoplasma que puede contener genes con soluciones a enfermedades, escasez hídrica y altas temperaturas que puedan afectar los cultivos en el futuro. Además, es fundamental contar con colecciones caracterizadas que describan las particularidades de cada variedad, creando una valiosa base de datos para su estudio y aprovechamiento.

En el contexto de la seguridad y soberanía alimentaria del país, la existencia de este banco cobra aún mayor relevancia. Javier Chilian, subdirector regional de Investigación y Desarrollo de INIA Quilamapu, destaca el exhaustivo trabajo realizado para recuperar, proteger, mantener y estudiar el patrimonio vegetal chileno, tanto de variedades recientes como de algunas centenarias.

El Banco de Recursos Genéticos Vegetales de INIA Quilamapu es un tesoro invaluable que resguarda la diversidad genética de la agricultura chilena. Su labor contribuye a garantizar la seguridad alimentaria y a enfrentar los desafíos futuros en el ámbito agrícola. La preservación y estudio de estas semillas antiguas son una muestra del compromiso de Chile con su patrimonio alimentario y la protección de su biodiversidad agrícola.

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