Agricultura Responsable
Por Agustín de Vicente , 14 de agosto de 2025 | 23:53

El poder del olfato: cómo la comprensión del idioma de los insectos puede transformar la agricultura

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En un mundo donde la seguridad alimentaria y la protección del planeta son prioritarias, esta disciplina nos invita a ver a los insectos no solo como plagas, sino como aliados clave en la construcción de un futuro más verde.

¿Te imaginas una agricultura capaz de comunicarse directamente con los insectos para proteger los cultivos? Lo que suena a ciencia ficción es una realidad emergente gracias a la ecología química, una disciplina que estudia cómo los organismos usan señales químicas para interactuar. En Chile, el investigador del INIA Quilamapu, Ricardo Ceballos, está a la vanguardia de esta nueva revolución, demostrando que comprender el sofisticado sentido del olfato de los insectos es la clave para una agricultura más sostenible.

El olfato: un superpoder evolutivo

El sentido del olfato es uno de los sistemas sensoriales más antiguos y complejos del planeta. En la lucha por la supervivencia, los primeros organismos desarrollaron una capacidad extraordinaria para detectar miles de moléculas en el ambiente, lo que les permitió encontrar alimento, evitar depredadores y localizar a sus parejas.

Aunque en los humanos este sentido ha quedado en segundo plano, en los insectos ha evolucionado hasta convertirse en un superpoder. Sus receptores olfativos, extremadamente sensibles, les permiten captar moléculas en cantidades ínfimas y reaccionar de forma instantánea. Este "lenguaje químico" es vital para su supervivencia, y es precisamente este conocimiento el que la ecología química busca aprovechar.

El desafío de un entorno cambiante

La agricultura moderna, con su dependencia de monocultivos, plaguicidas y fertilizantes, ha simplificado drásticamente los ecosistemas. Esto no solo reduce la biodiversidad, sino que crea condiciones ideales para que las plagas se propaguen con facilidad. A esto se suma el cambio climático y la globalización, que han acelerado la aparición de nuevas plagas invasoras.

Los métodos de control convencionales, a menudo agresivos y poco sostenibles, han mostrado sus limitaciones. Por ello, la necesidad de un enfoque innovador, que respete el equilibrio del ecosistema, es más urgente que nunca.

El "idioma químico" de los insectos: la base de un nuevo control de plagas

La ecología química se centra en el sistema olfativo de los insectos para diseñar estrategias de manejo más precisas y respetuosas con el medio ambiente. En lugar de erradicar a los insectos indiscriminadamente, el objetivo es intervenir de forma informada para regular sus poblaciones.

¿Cómo se logra esto? Aprovechando las mismas señales químicas que los insectos utilizan:

  • Feromonas: Son compuestos que los insectos liberan para comunicarse entre sí, por ejemplo, para atraer a sus parejas. Usando trampas-cebo con feromonas sintéticas, es posible desorientar a los machos, impidiendo el apareamiento y reduciendo la población de la plaga. Un caso de éxito en Chile es el manejo de la polilla de la vid ( Lobesia botrana ), donde se satura el aire con feromonas para confundir a los machos y evitar que encuentren a las hembras.
  • Kairomonas: Son sustancias químicas liberadas por un organismo que benefician a otra especie. Por ejemplo, al identificar los compuestos que atraen a los polinizadores, es posible guiarlos hacia cultivos específicos para mejorar la polinización.

Un punto vulnerable al servicio de la agricultura

La extraordinaria capacidad olfativa de los insectos es también su talón de Aquiles. Una vez que se conoce cómo funcionan sus receptores olfativos, es posible intervenir en el proceso. Un ejemplo fascinante es el receptor olfativo MhOR5, que responde a una amplia gama de compuestos, incluyendo el DEET, un conocido repelente de mosquitos.

El DEET no mata al mosquito, sino que interfiere con su capacidad para detectar ciertos olores, como el dióxido de carbono que exhalan los humanos. Esto lo desorienta, impidiendo que nos localice y pique. Este tipo de hallazgos son la base de un futuro control de plagas que no busca la aniquilación, sino la modificación del comportamiento de forma específica y controlada.

Hacia una agricultura que "conversa" con la naturaleza

La ecología química ofrece un camino hacia una agricultura más sustentable, que reduce los residuos tóxicos, protege a los polinizadores y enemigos naturales, y disminuye el riesgo de resistencia a insecticidas. Al "hablar el idioma químico de los insectos", podemos restablecer el equilibrio en los agroecosistemas, logrando una coexistencia productiva y respetuosa con el medio ambiente.

 


 

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