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Por EditorComercio directo: cuando una barra de chocolate se disfruta mucho mejor
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Opinión de Santiago Peralta, fundador de Paccari.
Una frase que, sin duda, devela un triste trasfondo, ya que en los países de África occidental -que proporcionan el 70% del cacao mundial y que constituye la principal fuente de ingresos para las familias-, la mayoría de estos agricultores vive en la más absoluta pobreza. En Ghana, por ejemplo, el 90% de ellos no tiene un salario que les permita siquiera cubrir sus necesidades básicas, según una investigación de Oxfam Intermón. Otros datos impactantes revelan que el 40% del cacao es producido por esclavos y alrededor de 15 mil niños están trabajando actualmente en las fincas de África, lo que evidencia que, aun tratándose de una industria creciente y en pleno auge, los productores en los campos siguen siendo los grandes perjudicados.
En América Latina estamos demostrando que es posible hacer las cosas diferentes y avanzar hacia un comercio más justo y directo; una ecuación que busca lograr el equilibrio entre la rentabilidad financiera y causar impactos positivos en la sociedad y en el medio ambiente. Es así como desde Ecuador estamos exportando un chocolate que se caracteriza por su modelo de negocio denominado “del árbol a la barra”, y que está centrado en la relación directa con alrededor de 4 mil agricultores de pequeña escala, quienes son los encargados de cuidar la biodiversidad y la calidad del cacao, recibiendo por ese compromiso un precio superior, que incluso puede llegar a triplicar sus ingresos.
Además del precio justo y directo se han impulsado otras acciones que permiten cerrar brechas sociales como, por ejemplo, reducir a la mitad de su peso los sacos de cacao, lo que beneficia directamente a las mujeres agricultoras, con el objetivo de que puedan formar parte de la cadena de comercialización directa y generen ingresos por la recolección y venta de la fruta. Chile, por cierto, se ha convertido en protagonista de un aumento de los consumidores conscientes que se preocupan por este tema y la trazabilidad del producto, lo que los hace valorar la “producción con propósito”, entendiendo que una opción ética y socialmente responsable es siempre la mejor.
Así las cosas, más allá de las tendencias por elegir productos y marcas responsables, el término de comercio justo y directo resulta indispensable para comprender por qué hoy las dinámicas empresariales deben estar alineadas con las personas y el planeta; basadas en un vínculo activo en la lucha contra el cambio climático, las desigualdades y la injusticia social. Porque cuando existe el comercio justo y directo, las compañías avanzan por el camino correcto, y sin duda una barra de chocolate se disfruta mucho mejor, con un inigualable sabor.
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