Columnistas
Por Editor

Salud mental materna en reproducción asistida: un cuidado aún pendiente

Compartir

Opinión de Yanira Madariaga Baeza, Directora Diplomado en Salud Mental Perinatal UNAB.

Cada primer miércoles de mayo, conmemoramos el Día Mundial de la Salud Mental Materna. Pero más allá de las campañas, esta pregunta sigue siendo incómoda y urgente. Más aún cuando hablamos de maternidades que se alcanzan tras años de tratamientos de reproducción humana asistida, en un camino marcado por el deseo, la espera, los duelos y el silencio.

Aunque el sistema público en Chile —a través de Fonasa— ha avanzado parcialmente en la cobertura de tratamientos de baja y alta complejidad, lo hace con un alcance limitado, sin incluir la ovodonación ni los costos emocionales asociados. En la práctica, acceder a estas técnicas sigue siendo profundamente desigual, condicionado por factores como el nivel socioeconómico, el territorio y la capacidad de sostener económicamente tratamientos muchas veces prolongados y costosos, aún con apoyo parcial del sistema público

Sin embargo, incluso para quienes logran acceder, el acompañamiento suele detenerse cuando se alcanza la “beta positiva”. El cuerpo, antes hiperobservado y medicalizado, es ahora devuelto a la norma. Se espera que todo sea alegría. Que la espera valió la pena. Que el sufrimiento termine. Pero muchas veces ocurre lo contrario. Las emociones no encajan en el relato de éxito. No hay espacio para la ambivalencia, el miedo o la angustia, porque se supone que la maternidad deseada no duele. El mandato de la gratitud opera con fuerza, y junto a él, la soledad.

Estas experiencias revelan los límites de un modelo biomédico centrado en resultados reproductivos y desconectado de las condiciones de posibilidad de maternar. La salud mental perinatal sigue siendo pensada como asunto privado, desvinculado del contexto estructural en que se produce. Y las maternidades por TRHA —más aún cuando implican ovodonación— continúan con escasa visibilización en las políticas públicas y en los programas formativos de salud mental perinatal, lo que dificulta el desarrollo de dispositivos de acompañamiento acordes a su complejidad.

Pensar la salud mental materna desde una perspectiva situada y transformadora implica reconocer las múltiples capas de desigualdad que atraviesan estas trayectorias: el peso de los mandatos de género, la presión social por cumplir con una maternidad normativa, el silenciamiento de los duelos y las tensiones identitarias que emergen cuando el camino hacia la maternidad no es lineal ni biológico. Implica dejar de romantizar el deseo de maternar y empezar a escuchar el sufrimiento que también lo habita, sin patologizarlo, sin invisibilizarlo, sin aislarlo.

Este 7 de mayo no basta con conmemorar.

Es urgente que el Estado asuma su responsabilidad: no solo en financiar procedimientos médicos, sino en garantizar acompañamiento psicosocial sostenido, acceso equitativo a la salud mental perinatal y formación profesional con enfoque de derechos y justicia reproductiva.

Porque cuidar la salud mental materna no es opcional. Es una cuestión de dignidad, justicia y responsabilidad social y no puede seguir siendo postergada en las políticas públicas ni por la sociedad.

Si te interesa recibir noticias publicadas en ¿Cuál es tu huella?, inscribe tu correo aquí
Si vas a utilizar contenido de nuestro diario (textos o simplemente datos) en algún medio de comunicación, blog o Redes Sociales, indica la fuente, de lo contrario estarás incurriendo en un delito sancionado la Ley Nº 17.336, sobre Propiedad Intelectual. Lo anterior no rige para las fotografías y videos, pues queda totalmente PROHIBIDA su reproducción para fines informativos.

COMENTA AQUÍ

Un medio de comunicación desarrollado por Visual Producciones con mucho ❤️

Powered by Global Channel
217098