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Por Agustín de VicenteSíndrome del ojo seco: ¿por qué duelen los ojos con el frío?

Las bajas temperaturas, el viento y el uso excesivo de pantallas digitales afectan la producción de lágrimas y agravan los síntomas del ojo seco durante el invierno.
Ardor, enrojecimiento, visión borrosa y una sensación constante de arenilla en los ojos son molestias frecuentes durante el invierno. Estos síntomas, lejos de ser una simple incomodidad, pueden ser señal del síndrome del ojo seco, una afección ocular que afecta a millones de personas en el mundo y cuya prevalencia aumenta significativamente en los meses fríos.
Según estudios recientes, entre un 10% y un 34% de la población mundial padece esta enfermedad. La académica María Soledad Fierro, coordinadora de Oftalmología de la carrera de Tecnología Médica en la Universidad Andrés Bello (sede Concepción), explica que el síndrome del ojo seco se produce por una alteración en la producción o estabilidad de la lágrima. “Las glándulas lagrimales pueden disminuir su actividad, o bien la composición del fluido no logra mantenerse sobre la superficie ocular, lo que provoca una evaporación acelerada”, detalla.
Durante el invierno, las bajas temperaturas, el viento y la baja humedad relativa del ambiente intensifican esta evaporación, dejando al ojo expuesto y vulnerable. A esto se suma el uso prolongado de pantallas electrónicas, que reduce la frecuencia del parpadeo y dificulta la correcta distribución de la película lagrimal. El resultado: fatiga ocular, sensibilidad a la luz y dolores de cabeza.
Otros factores que aumentan el riesgo de desarrollar esta condición son la edad, el uso de calefacción ambiental, y ciertas enfermedades sistémicas, como la diabetes o la artritis reumatoide, que afectan directamente a las glándulas lagrimales.
Tratamientos y prevención
El tratamiento para el síndrome del ojo seco depende del nivel de gravedad. En etapas leves, las lágrimas artificiales y suplementos con Omega-3 pueden ayudar a restaurar la lubricación ocular. En casos moderados o severos, se puede recurrir a técnicas como el taponamiento de los puntos lagrimales o incluso intervenciones quirúrgicas.
No obstante, la prevención sigue siendo clave. Fierro recomienda:
- Evitar la exposición directa al viento
- Usar anteojos con filtro UV incluso en invierno
- Mantener una correcta higiene ocular
- Reducir el uso de pantallas, especialmente en ambientes calefaccionados
- Incluir en la dieta alimentos ricos en ácidos grasos esenciales, como pescados grasos, semillas y frutos secos
“Muchas personas consultan tarde, cuando los síntomas son persistentes y el daño ocular ya está avanzado”, advierte Fierro. “Un diagnóstico precoz permite evitar complicaciones y preservar la calidad visual”.
¿Cuándo consultar?
Si experimentas molestias recurrentes, no las ignores. El síndrome del ojo seco no es una molestia pasajera: puede convertirse en una afección crónica que compromete seriamente la salud visual. Consulta con un especialista ante cualquier síntoma para recibir el tratamiento adecuado.
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