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Por Agustín de VicenteDescifrando la huella del chocolate
El 70% del cacao mundial se produce en los países tropicales del continente africano, para ello, se ha talado la selva originaria para liberar terrenos al cultivo de cacao.
¿Qué tiene que ver el chocolate con la crisis climática y ambiental? Todo que ver… Sucede que la elaboración de chocolate tiene una huella importante sobre el medio ambiente; una huella que puede ser positiva o negativa dependiendo de las decisiones que se tomen, empezando por definir el origen del cacao con que se trabaja.
¿Dónde se cultiva? ¿Cuántos kilómetros debe recorrer antes de transformarse en chocolate? ¿qué métodos de cultivo utiliza? ¿Quiénes lo cultivan? Las respuestas a esas preguntas no sólo determinan la huella ambiental del producto final, sino también reflejan la convicción de querer hacer las cosas de manera ambiental y socialmente sustentable.
Esto lo tiene muy claro Mark Gerrits, fundador y CEO de ÓBOLO Chocolate, primeros en hacer chocolate “bean to bar” o del grano a la barra en Chile, con un comprobado compromiso socioambiental. “Como empresa B certificada, nos hemos comprometido a apoyar y promover la sustentabilidad social y ambiental en cada etapa de la elaboración de nuestro chocolate, partiendo por la decisión de trabajar con cacao nativo de la selva peruana, que compramos directamente a sus productores en Pangoa”.
Y es que es muy distinto consumir chocolate elaborado con cacao africano -que, en efecto, probablemente es el chocolate que hemos estado consumiendo toda nuestra vida-, que uno hecho con cacao proveniente de la Amazonía, de donde es nativo. Veamos por qué…
El cacao es africano
Actualmente el 70% del cacao mundial se produce en los países tropicales del continente africano, donde fue introducido a principios del siglo XIX. Desde entonces se ha convertido en una de sus actividades agrícolas más importantes, debiendo -para ello- talar la selva originaria para liberar terrenos al cultivo de cacao.
En el caso de Costa de Marfil, por ejemplo, la cubierta forestal originaria del país ha pasado de 12 millones de hectáreas de bosque en 1960 a menos de 3 millones en 2020, lo que supone que solo existe alrededor del 10 % del bosque original. Y se prevé que desaparecerá totalmente si no se toman medidas urgentes. De todo el territorio marfileño, solo un 4% está cubierto por selva tropical, y en 13 de las 23 zonas protegidas del país la población de primates ha desaparecido por completo, mientras que los elefantes están en peligro de extinción tras la desaparición de su hábitat. Y la situación se repite de forma bastante similar en otros países del continente africano.
El crecimiento de los monocultivos de cacao en África ha implicado la pérdida de masa forestal y biodiversidad lo que, a su vez, se traduce en la reducción de la capacidad de absorción de CO2 desde la atmósfera, y en el desequilibrio hídrico de los terrenos. Los monocultivos, en general, son todo lo opuesto a las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) que el mundo debe implementar de forma decidida para enfrentar la emergencia climática.
Por otro lado, el cacao producido en África debe viajar largas distancias hasta llegar a Europa donde mayoritariamente es procesado y transformado en el chocolate que luego llega a países como Chile listo para su consumo, o en forma de cobertura que luego se derrite y mezcla con otros ingredientes para hacer el producto final. Podemos imaginar la huella de carbono que se esconde detrás de los empaques llamativos de un chocolate que ha tenido que viajar tanto.
¿Cuál es la alternativa?
La otra cara de la moneda está dada por el cacao que crece naturalmente en la Amazonía, de donde es nativo, es decir, es parte de la biodiversidad primaria de la selva amazónica: ahí comparte la tierra, el agua y el aire en armonía con otras especies características de ese ecosistema. En la Amazonía el cultivo de cacao suele hacerse en plantaciones que combinan varias especies nativas de la selva en los llamados sistemas de cultivo agroforestal. Éstos combinan especies frutales y forestales en un mismo lugar y tiempo, imitando las asociaciones de bosque natural primario del cual el cacao es parte. Evidentemente ese entorno ambiental equilibrado es el idóneo para el desarrollo del cacao orgánico, a la vez que sirve de sustento a la biodiversidad local y ayuda a reducir la degradación de los bosques locales. Como es de suponer, los cultivos biodiversos como estos son, además, más resilientes al cambio climático.
Un ejemplo de ello es lo que ocurre en Pangoa, localidad ubicada en plena selva central peruana, donde la Cooperativa Agrícola que reúne a productores de cacao lleva varios años promoviendo la producción del cacao nativo fino de aroma en sistemas agroforestales y, en algunos casos, biodinámicos. Es, además, un cacao de calidad superior, reconocido internacionalmente.
El cacao nativo como el de Pangoa, no sólo se cultiva de forma respetuosa con el medio ambiente y con la comunidad, sino que -además- su cercanía con Chile facilita y acorta su traslado, con la consecuente disminución de su huella de carbono. Mientras más cerca del país de consumo esté el país productor de materia prima, menor será su huella.
“En ÓBOLO estamos conscientes de que somos parte del cambio que el mundo necesita para reencausar su rumbo, y trabajar con cacao producido localmente es un primer paso para ello. La crisis climática y ambiental nos golpea la puerta todos los días y el planeta reclama acciones concretas y decididas para que la situación no empeore y, en el mejor de los casos, se revierta. Las empresas debemos ser capaces de encontrar la forma de ofrecer productos o servicios alineados con los principios de sustentabilidad ambiental y social, porque esa es la única forma ética de pararse en el mundo en pleno siglo XXI”, señaló Mark Gerrits.
Y agregó que, de igual forma, es necesario que los consumidores asuman también la responsabilidad que les da su poder de compra. “Chile es el principal consumidor de chocolate de Latinoamérica, por lo tanto, nuestra la decisión de compra respecto a este producto -y a todos los demás- puede tener efectos frente a la crisis climática y ambiental global”.
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