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Por Agustín de Vicente

Las comunidades como protagonistas en respuesta a la escasez hídrica en Chile

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En Chile, organizaciones sociales son ejemplos replicables e inspiradores de trabajos comunitarios que abordan los desafíos relacionados con el acceso al agua potable, la gestión participativa del agua y la restauración de ecosistemas acuáticos y boscosos.

En medio de la actual crisis hídrica que atraviesa Uruguay y la advertencia de los expertos sobre la falta de balance hídrico en algunas zonas de Chile, es evidente que enfrentar este desafío no puede quedar solo en manos de las autoridades. La cooperación y la acción conjunta son fundamentales para superar esta problemática. En este sentido, el rol de las organizaciones de la sociedad civil cobra cada vez más relevancia.

Fundación Lepe, una organización dedicada al desarrollo regenerativo comunitario, ha estado operando en los territorios durante los últimos siete años. Su objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas y promover la colaboración entre distintos actores sociales. Desde 2017, han ofrecido un fondo concursable bianual de $240 millones de pesos, el cual busca impulsar proyectos que contribuyan a la regeneración del ecosistema y, en este caso, den respuesta a la crisis hídrica que enfrentamos.

“Red Comunitaria de Agua Nal Alto”

La comunidad de Nal Alto, integrada por 34 familias, no contaba con continuidad del suministro de agua potable, pese a estar ubicados en uno de los lugares más lluviosos del país y debían depender de camiones aljibe enviados por la municipalidad de Ancud. 

Postularon a Fondo Común en 2021 y, apoyados por Fundación Lepe y el municipio, pudieron construir una red comunitaria de agua utilizando una vertiente del sector, con la participación activa de la comunidad para el cuidado, mantención y gestión del ecosistema. Este proyecto logró que más de 1.500 personas tengan acceso a agua potable en una zona rural, gracias a que se incluyó, no solo a las viviendas de la comunidad, sino que también a la escuela y a la posta rural de la zona. Además, el proyecto genera un ahorro anual de cerca de 8 millones de pesos  para el municipio, suma que en 5 años equivaldrá aproximadamente a 200 becas de estudios superior para jóvenes de la comuna de Ancud.

Según la coordinadora de Fondo Común, Antonia Madrid, la Red Comunitaria de Agua de Nal Alto ha demostrado ser un ejemplo inspirador de colaboración y solidaridad para abordar los desafíos relacionados con el acceso al agua potable en su comunidad. “Mediante la implementación de soluciones innovadoras y la participación activa de sus miembros, esta red ha logrado mejorar la calidad y disponibilidad del agua, asegurando así el bienestar de sus habitantes. Su enfoque centrado en la comunidad ha sido fundamental para enfrentar la escasez hídrica de manera efectiva y sostenible. El caso de la comunidad de Nal Alto es emblemático, replicable y fácilmente implementable por otras, con organización y trabajo comunitario”.

“Somos Cuenca, Habitantes del Biobío”

El proyecto "Somos Cuenca, Habitantes del Biobío", impulsado por el colectivo Bestias del Sur Salvaje, es una iniciativa que busca proteger y preservar la cuenca del río Biobío, una importante fuente de agua dulce y biodiversidad en la región. Su objetivo principal es fomentar una visión de desarrollo respetuoso con el medio ambiente, promoviendo la conformación de una red de colaboración entre organizaciones para la protección de los recursos naturales. Buscan preservar este importante ecosistema para las generaciones futuras y promover un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección del ecosistema. 

Fondo Común les dio el impulso para desempeñar un papel fundamental en la promoción de la gestión participativa del agua en el territorio. A través de la organización de talleres educativos, la implementación de proyectos de conservación, fomento de un turismo responsable y sustentable a lo largo del a cuenca hidrográfica del Biobío y la promoción de la gobernanza comunitaria, este grupo ha logrado aumentar la conciencia sobre la importancia de proteger los recursos hídricos y ha fomentado una mayor participación de la comunidad en la toma de decisiones relacionadas con el agua. 

Han podido agrupar a 188 actores sociales y públicos (entre los que se encuentran fundaciones, activistas ambientales, comunidades indígenas, organizaciones deportivas, municipalidades, Gobierno Regional y Ministerio de Medio Ambiente) que participan de las actividades en torno a la conservación de la cuenca. Y diez de ellos (The Pew Charitable Trusts, International RiversUniversidad de ConcepciónFundación LepePatagonia, entre otros) ya están trabajando colaborativamente en una plataforma web para la conservación de la cuenca del Biobío. 

Ellos consideran que es fundamental que las organizaciones sociales se involucren de manera activa y continua en la promoción de la sostenibilidad, gobernanza y la resiliencia en relación con el agua y el cambio climático. Al trabajar junto con otras partes interesadas, pueden marcar la diferencia y contribuir a la protección de este recurso vital para las generaciones presentes y futuras. 

"Restaurando Aguas y Bosques del Lavkenmapu" 

En Tirúa, al sur de la región del Biobío, la fundación Licán, en conjunto con 20 familias campesinas mapuches Lafkenche, llevan a cabo el proyecto "Restaurando aguas y bosques del Lavkenmapu". 

Esta iniciativa, beneficiada por Fondo Común, tiene como objetivo principal la aplicación de técnicas de recuperación agroecológica para abordar tres problemas fundamentales: la escasez de agua, la erosión del suelo y la necesidad de garantizar una alimentación saludable. 

A través de acciones comunitarias de reforestación de bosque nativo y árboles frutales, así como de cercado para proteger pequeñas vertientes de agua que son el suministro de las familias, esta iniciativa ha logrado restaurar hábitats naturales y promover un uso responsable del recurso hídrico. La restauración de microcuencas y bosques, conlleva finalmente a volver a darle vida a la tierra y, de ese modo, el resurgimiento de sus aguas. 

A la fecha, se han beneficiado directamente a 151 personas; se han plantado 1.662 árboles nativos y herbáceas reforestadas; se ha educado a la comunidad sobre el cuidado, formación de suelo y soberanía alimentaria, entre otras acciones. Una solución a la escasez hídrica que nace desde una comunidad de base, de manera colaborativa, sirviendo de ejemplo para muchas más.

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