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Por Agustín de Vicente

Científicos confirman el rol del Pasaje de Drake en la glaciación antártica gracias a microfósiles marinos

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Un estudio internacional revela cómo la apertura del Pasaje de Drake y el enfriamiento oceánico hace más de 34 millones de años desencadenaron la congelación de la Antártida.

Un reciente hallazgo científico basado en microfósiles marinos ha entregado evidencia directa sobre uno de los eventos más determinantes en la historia climática del planeta: la glaciación antártica. Investigadores de Chile y Argentina, entre ellos el geólogo Silvio Casadio de la Universidad Andrés Bello, confirmaron que la evolución geográfica del Pasaje de Drake fue clave en el enfriamiento que transformó a la Antártida en el continente helado que conocemos hoy.

El análisis de microfósiles de dinoflagelados —organismos unicelulares marinos— extraídos de los sedimentos de la Isla Marambio (Seymour Island), permitió reconstruir el estado de las aguas superficiales hace entre 34 y 36 millones de años. “Identificamos una predominancia de especies asociadas a aguas frías y ricas en nutrientes, lo que refleja un importante cambio respecto a épocas anteriores con aguas más cálidas”, detalló Casadio.

Este enfriamiento coincide con un hito geológico trascendental: la profundización del Pasaje de Drake, que al alcanzar cerca de mil metros de profundidad, permitió el ingreso de corrientes frías que comenzaron a circular en torno a la Antártida. Estas corrientes habrían contribuido a aislar térmicamente al continente, disminuyendo su temperatura y favoreciendo la formación de grandes masas de hielo.

Aunque hipótesis anteriores ya apuntaban a este fenómeno como gatillante de la glaciación, este nuevo estudio proporciona evidencia empírica que respalda dichas teorías. Además, los datos obtenidos sugieren una disminución de aproximadamente cinco grados en la temperatura marina durante ese periodo, reforzando la magnitud del cambio climático registrado.

La investigación fue desarrollada por un equipo interdisciplinario que incluyó al Instituto Antártico Argentino y diversas universidades trasandinas, junto con la Universidad Andrés Bello de Chile. Utilizando técnicas como bioestratigrafía y análisis isotópicos, los científicos determinaron con precisión la edad de los fósiles y analizaron la evolución de las comunidades marinas del periodo.

Para Casadio, el hallazgo subraya la importancia de la Antártida como un “laboratorio natural” para entender los cambios climáticos a lo largo del tiempo geológico, y añade que preservar su ecosistema es crucial para seguir estudiando los procesos que han modelado —y siguen afectando— el clima global.

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